lunes, 21 de abril de 2025

Escribir

Se contempló las manos, la marabunta de grietas y la imposible simetría de los dedos,  que aún así obedecían. Funcionales, que funcionaban, le habían dicho. De las pocas cosas que aún lo hacían.
Cogió la taza de café con cuidado; tenía que prestar atención al apretar con fuerza el asa, o su portátil lo pagaría.
Su marido había muerto hacía unos años, siempre había dicho que no se haría viejo. Las máquinas suizas que te liberaban de los males de la vejez ya estaban aquí, gracias a Dios, y él no lo dudó. Ella aún no, ella escribía.

#PerlesQuotidianes
Fotografía:  joana.martinezmontabes 
#relatoexprés2025
@culturainquieta
@iberdrola

No hay comentarios:

Publicar un comentario