sábado, 21 de mayo de 2011

Dejar de pensar

Qué esperábamos que no ha pasado? El cuerpo se avanza al pensamiento. Nos habla sin palabras y se hace oir en medio del ruido más estridente; el cuerpo no habla. Aunque no sepamos las razones -seguramente, porque no sabemos las razones- el cuerpo nos habla. El dolor, la tristeza, ocupan el lugar de los pensamientos.
Y qué esperábamos que no ha pasado?

Dicen que la tristeza es como una frontera que dibuja la diferencia entre lo que fue y lo que es. Lo que es y lo que se acaba. Dicen que la tristeza la sufren los que quieren que todo siga igual. O aquellos que esperaban lo que nunca pasó.

El cuerpo se avanza al pensamiento, o el pensamiento es tan rápido que la consciencia no lo descifra más que por el rastro que deja en forma de dolor. Dicen que la tristeza es la más romántica de las emociones, la de aquellos que esperaban que el mundo no cambiara.

Y da lo mismo que sea un mundo imaginario, el mundo de lo que podría ser pero no es. Dicen que la tristeza es aferrarse a la pérdida, enrocarse en la pena, quedarse en la profundidad de la añoranza, abandonarse en nada.







Podría decirse que dos tipos de caminos nos ayudan a recuperarnos de estas situaciones de tristeza. Por un lado, la observación de nuestros pensamientos. A pesar de que no seamos conscientes de ello, seguramente estamos inmersos en una riada de pensamientos y si nos fijamos en su sentido, en el tema del que tratan, sabremos de qué nos está el cuerpo hablando y también qué esperábamos que no ha sucedido.

Por otro lado, los pensamientos, las creencias de qué es la vida y qué esperamos -o exigimos- de ella y de nosotr@s acostumbra a ser la razón última de la tristeza y el dolor. Por eso un magnífico ejercicio es dejar de pensar. En momentos difíciles, esta práctica no tiene precio. Que pensáis? :-)

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